miércoles, 11 de mayo de 2011

17 de Mayo, Día Internacional contra la Homofobia


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  1. EL CONCECTO DE NORMALIDAD



    Siempre ha resultado difícil definir el término ‘normal’. Incluso, en ocasiones, solemos confundirlo con `general`; es decir, que asumimos como normal aquello que es común o general a todos los individuos. Sin embargo, un comportamiento común no tiene porqué ser normal, y aquello que debería ser normal en el hombre, por desgracia, a veces no es lo habitual en él, En diccionario de la RAE es muy vago en cuanto a la definición del concepto’normal’. Señala, por un lado, que se aplica a aquello que se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.
    Una parte de la sociedad piensa que la homosexualidad no es algo normar. Y tal vez tengan razón. Aunque es innegable que un homosexual se encuentra en su natural estado- como señala el diccionario de la RAE-, ya que si fuese heterosexual iría contra sus apetitos sexuales naturales. Puede ser que la homosexualidad no se ajuste a ciertas normas fijadas de antemano, lo que puede suponer que la homosexualidad no sea normal o que sean las normas fijadas de antemano las que no sean normales. Pero para no aburrirles, podríamos entender que, del mismo modo, alguien pudiera pensar que los gordos tampoco son normales –aunque el número de obesos aumenta día a día hasta convertirse en algo generalizado-.Lo mismo sucede con los calvos prematuros o con los pelirrojos. No son normales -tampoco- aquellos heterosexuales de la cabeza a los pies que, día tras día, atormentan a sus mujeres con brutales palizas. Tampoco lo son los que ven Ana y los siete, ni los vegetarianos. No son normales aquellos que se atiborran de cerveza, se quitan la camiseta y comienzan a berrear contra el árbitro en un estadio de fútbol. Tampoco lo son los ciegos, los sordos, los mudos y los paralíticos cerebrales. Etc, etc. Sea como fuere, los cambios producidos en los últimos años en nuestra sociedad hacen que el concepto de ‘normalidad’ tenga que ser revisado con cierta urgencia. Por otro lado, sucede que la opinión de normalidad que cada uno de nosotros tengamos sobre las cosas o las personas, nada bebería tener que ver con el derecho que asiste a cada individuo.
    Podemos considerar a los homosexuales del modo en que nos dé la real gana, sin embargo, ese enjuiciamiento individual no debería mutilar sus derechos, ya que estos beben ser comunes para todos los individuos que forman parte de una misma sociedad.
    Pero a lo que íbamos. Seria importante -y necesario- que en la sociedad que se considera plural no existan ciudadanos de primera y de segunda categoría. Los homosexuales, por tanto, deberían tener los mismos derechos que el restote sus conciudadanos. Incluso el derecho a enamorarse-porque ellos también se enamoran- y a casarse con la persona a la que aman. Si justificamos que una pareja de homosexuales no pueda casarse, también podremos justificar su separación dentro de las aulas -como sucede en EEUU-, o la prohibición de bodas entre moros y cristianos. Durante años he oído en infinidad de ocasiones eso de que los homosexuales tienen que salir del armario. Hemos sido nosotros, sin embargo, los que les hemos hecho un armario a medida, los hemos encerrado allí y luego hemos tirado la llave. Todo ello, sin darnos cuenta de que -al fin y al cabo- somos nosotros mismos los que vivimos encerrados en el armario de una moral basada en el miedo, en el desprecio o en la marginación del que no es como nosotros. Ahora son ellos -paradójicamente- los que nos están ayudando con su normalidad a que nosotros salgamos de nuestro estúpido armario. pjsmhomo@gmail.com

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